Agónico empate en la hora y con dos menos 

Tremendo partido a segunda hora disputaron Ragnarok y El Trébol con un final infartarte. Los verdiblancos no se sintieron intimados por los vikingos, se pararon muy sólidos en todas sus líneas y neutralizaron todos los intentos del rival con una presión constante a sus atacantes. Con estas características, el primer tramo lejos estuvo de ser abierto sino muy trancado en la mitad y con ausencia de situaciones de gol para ambos. Cerca del final del tiempo inicial los de casaca negra ganaron algunos metros y buscaron más asiduamente el arco del adversario. Pero en el último minuto previo al entretiempo, cuando parecía que se iban al descanso con un empate cerrado, Trébol sorprendió. Enzo Constanzo abrió la cuenta de pelota quieta ayudado por un desvío que descolocó al arquero Franco Olivera. Apenas iniciado el tiempo complementario, Felipe Arricar se quedó con una pelota dividida disputada contra Máximiliano Sellanes y fusiló contra la meta de Olivera para anotar el segundo. El golpe a la moral de Ragnarok fue notoria. El conjunto casaca negra quedo sin ideas y por muchos minutos no le encontró la vuelta al partido ante un rival que supo asestar en momentos clave. Y fue peor cuando Sellanes fue expulsado porque algunos minutos después también recibió doble amarilla Santiago Martínez, quedando así con dos menos. Pero fue en ese preciso instante que los vikingos mostraron su temple porque a partir de ese momento se volcaron desesperadamente al ataque. Trébol no supo administrar mejor sus hombres de más para contragolpear y retrocedió demasiado. Fue así que el portero Olivera envió un pelotazo desde su área a la del rival encontrando al goleador Diego Aispuru que definió de primera logrando descontar. La recta final fue emotiva viendo como un equipo con inferioridad numérica lanzarse arriba detrás del empate. El sacrificio valió la pena ya que luego de una jugada entreverada, Aispuru heroicamente lo empató. Una igualdad que si bien no sirve a ninguno fue celebrado por Ragnarok como una verdadera victoria.