Salió una completa al pan

Triunfo agónico del Inter De Milan-Esa que pudo dar vuelta el encuentro sobre el cierre del partido en la última fecha del Apertura. Presentando un fútbol dinámico y más versátil, dada la diferencia etaria entre planteles, sumado a buenas individualidades, Old Scuola dominó gran parte del encuentro, pero pagó caro la falta de puntería en el final. Con varias jugadas de peligro y una pelota estrellada en el poste en los primeros minutos, avisaba que gol estaba al caer. El Inter buscó responder a tiempo e intentó ponerse arriba con dos disparos, primero de Juan Pablo Julián y luego de Arturo González, pero en ambas situaciones pudo resolver bien el arquero Rafael Farina. Instantes después llegó finalmente el tanto de apertura de la Scuola cuando Agustín Martínez asistió a Tomás Aguerrondo que definió cruzado. Tan solo un minuto después llegó un córner para el Inter. Arturo González levantó el centro y Martín González, de cabeza, empató el partido. En el resto de la primera parte los de casaca azul intentaron ponerse arriba nuevamente y generaron diversas chances, pero una buena actuación de Mathias Almeida hizo que se fueran igualados al entretiempo. Reanudado el juego el inicio del complemento iba a presentarse similar al cierre de la primera parte. Pedro y Tomás Aguerrondo junto a Juan Ignacio Ripoll, sobre todo con disparos de afuera del área, pusieron a los milaneseros contra las cuerdas, hasta que Agustín Martínez pudo finalmente cosechar. Luego de rematar fuerte, la pelota picó antes complicando al arquero que no pudo rechazar, logrando así la merecida ventaja en el score. Las tres unidades parecían estar aseguradas pero al partido aún le faltaba mucho. El Inter equilibró el juego explosivo del rival con su arma más peligrosa, la experiencia. Otra vez el empate no se hizo esperar y Julián, con un remate que venció las manos del portero, puso el partido nuevamente en tablas. Faltando muy poco, Martín González, de penal, dio vuelta el resultado en favor de un equipo que tuvo el mérito de nunca bajar los brazos y seguir insistiendo hasta el final. En la última del partido, Ripoll, acarició el empate tras un saque de una falta, envió el balón al área detrás de mitad de cancha. La pelota se elevó para luego bajar con vigor y pegar en la punta del ángulo izquierdo e irse al saque de meta por lo cual el árbitro dio el pitazo que concluyó el partido.